Una tarde en la bolera

Afortunadamente la “nueva” bolera no se encuentra muy lejos de la “antigua” así que unas cuantas paradas de tram, unos pasos y 15 minutos más tarde ya nos estábamos calzando el zapato reglamentario.Una cosa sí que no había cambiado, y es que mi pequeño pie sigue necesitando zapatos de velcro, para niños y no el de cordones de “los mayores”.
¡Qué afición más extraña la de jugar a bolos! Se trata de intentar tirar diez bolos con una bola, valga la redundancia. Dependiendo de los que jueguen, una partida acaba bastante rápido y son necesarias dos para hablar con los compañeros, reírte de lo mal que juegas y tomar una o dos coca-colas.Lo que está claro es que se trata de territorio adolescente. Novios comiéndose a besos, chicos que observan los cuerpos y traseros de sus amigas que tanto han cambiado en los meses de verano. Personas que no hace mucho que conocen la libertad de estar “sin padres”, aunque no saben que los que se están liberando son sus padres que después de muchos años pueden por fin saborear el estar “sin hijos”.
Y dentro de ese cuadro yo, a mis 27 años dándome cuenta de que ya no soy ninguna niña, de que afortunadamente esa época de acné juvenil, economía de substintencia y de amores no correspondidos ya pasó. Igualmente, dentro de ese cuadro yo, a mis 27 años pasándomelo pipa y descubriendo que o no soy tan mala jugando a los bolos como pensaba ni tan madura como creía.En ocasiones pensamos que todo sigue igual cuando está claro que no; y en otras, nos convencemos de que hemos cambiado mucho más de lo que hemos cambiado en la realidad.
Si queréis ver el mundo desde otra perspectiva no dejéis de pasaros por la bolera:http://www.bowlingpedralbes.com/web/
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home